Nuestros cuerpos empapados en deseo se dejaron
bautizar por aquel chorro de agua caliente, casi quemando, se intentaba hacer hueco en medio del
fuerte abrazo. Al fin los dos éramos uno mismo, el lugar se hacía pequeño para
las piruetas que queríamos hacer, pero nos dio para todo y para más.
Habiendo
concordancia ¿qué importa cómo?, amando con esta fuerza, ¿qué importa cuándo? Mientras nuestros ombligos estén
pegados y el placer sea el mejor que podamos tener, que se pare el mundo si quiere, entonces te dije "ven a mi!“ y entonces entraste sin
llamar, bien profundo y bien adentro, como a mi me gusta.
Marcos CL

Ñamm!! Fuerte...agua. Alm
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