Coincimos
varias veces viendo el atardecer en la costa de Caión, se veía que le encantaba
la fotografía y contemplar con ternura el baile que el dios sol da con el horizonte
en esa hora mágica de los días de verano. Su tez morena era preciosa, vista así
de lado, tenía una fotogenia innata, pagaría oro por retratarla en mi estudio.
Absorta
en aquel espectáculo natural, no se percataba de que la estaba observando con detenimiento,
yo con cámara en ristre, intentaba captar ese instante donde el sol es
engullido por el mar y de paso, intentar ver esa sonrisa que escondía aquella
misteriosa chica. Esa carita estaba adornada por un lindo lunar en su mejilla
derecha, el pelo corto y negro como el azabache, acompañaba esa aura de
lugareña que disfruta de su hábitat y de la libertad que nos da el mar.
Era un día de semana y no había nadie alrededor,
dos almas solitarias y aquella película de fantasía que nos regalaba la naturaleza.
Ya casi de noche, cogiendo su mochila se levanto de su piedra filosofal desde donde
veía el mundo, con paso ligero y firme se fue alejando de mí unos metros más,
mi sorpresa fue cuando se giro para mirarme y despedirse tan naturalmente, -Hasta
mañana fotógrafo! - No contaba con aquel giro en la historia, me quedé helado
pero sonriente por aquello. Mañana volvería al mismo lugar y buscaría en aquella
piedra a mi sirena de Caión.
Marcos CL
(Gracias por la imagen V.L)
(Gracias por la imagen V.L)

Nos veremos en ese lugar, fotógrafo de sirenas!!! Alm
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