lunes, 30 de marzo de 2020

Mandil






Llevaba dos meses tomando mi café con leche templada en el mismo lugar, a la misma hora y hecho por las mismas manos. Cada vez me gustaba más ese momento. Había un ángel detrás de la barra, con su tez morena y su gesto tímido, era la dulzura personificada en mujer. Al segundo día ya sabía cómo me gustaba el café y mi nombre por supuesto, tenía un don de gentes innato. Nada más verme entrar ya se fijaba y me decía, “Buenos días Marco, quieres café?”, y yo, con una mirada y un saludo tímido le decía que sí. Por supuesto que quería café y una vida entera para decirle cosas bonitas día tras día.

Su mirada escondía un pasado oscuro y por cosas que me contaba, en aquel rato que pasaba en el local cada día, su futuro era incierto y pintaba oscuro. Había llegado a la ciudad escapando de su lugar de origen en la costa norte, quería dejar su pasado atrás y se había venido a Coruña para darse la oportunidad de vivir al fin.

Su mirada era viva y sus labios delicados, la piel se veía muy suave y su silueta perfecta. Me apetecía acariciarla y susurrarle cosas al oído, era evidente que allí no se podía. Le quedaba genial el mandilón negro con polo rojo y los pantalones vaqueros, ¡¡ufff!!, se notaba que corría, tenía todo muy bien puesto. Había días que se le salía un poco el tanga por encima del pantalón, eso me ponía muy loco.

Un día me armé de valor y me decidí a dar un paso importante. Le pregunté si le apetecía quedar al salir, creo que por la mirada que puso, estaba deseando hacía tiempo esta proposición. “Ven a la 1 am, es cuando me toca cerrar, pero no vengas por la entrada principal, te abro por la trasera.

Allí estaba yo pasadas las 12 de la noche, aparqué en la calle trasera de su trabajo, no había nadie por las calles en aquel lunes para mi especial. Me escribió un mensaje y me dijo que me acercara a la puerta trasera, ya estaba acabando de recoger. Oí la puerta abrirse, ciertamente estaba algo nervioso, pero debía controlarme. Era toda una incógnita, no sabía ni a donde íbamos a ir a tomar algo o que íbamos a hacer. De poco vale hacer planes y mi cabeza dio vueltas sobre si misma cuando supe su reacción al verme allí.

 Me miró, me sonrió y sujetándome con fuerza del cuello de la camisa me plantó un beso en todos los morros que me quedé atónito. Cogiéndome de la mano me llevó hacia dentro del local y cerro con llave. Su mirada, aunque dulce era completamente diferente ¡“por fin eres mío”! Simplemente me entregué a toda aquella situación tan morbosa que se me venía encima. Me echó sobre una de las mesas del local, a continuación, ella se sentó en una silla ante mi dispuesta a comer el primer plato, segundo plato, postre y café. Su mirada penetrante y lasciva de una mujer dominante en aquel terreno.

Sin preguntar bajó mis vaqueros y dejándome el bóxer puesto comenzó a juguetear con mi miembro. Primero a través de la con tela para después pasar al contacto total y al natural. Su boca y sus manos eran hábiles en ese arte y se veía que disfrutaba dándome placer. No daba crédito a todo lo que estaba sintiendo y jamás imaginé que ella fuera una deliciosa y experta amante insaciable. Me comía y me volvía a comer como ese helado de cucurucho que nunca acaba. Me llevó al clímax en pocos minutos de esa manera. Su estocada final me dejó debilitado y sensible, pero con una sonrisa de oreja a oreja.
                                                                                    Marcos CL

viernes, 27 de marzo de 2020

Al-Ándalus




Una chica del norte perdida en el sur. El amor y los negocios me habían hecho abandonar Bilbao para recaer en esa comunidad extraña para mí. Ahí estaba yo, Sevilla, donde dicen que tiene un color especial y el arte se respira por cada rincón de sus calles. Con un río Guadalquivir cómplice, me fui adaptando al entorno y el ese entorno a mí.

Por mi actividad profesional como periodista, fui conociendo a personas diferentes que me ayudaban a empaparme de la cultura y costumbres de aquella tierra. Me llamó mucho la atención lo marcado que tenían el folclore y la vida del mundo árabe, Ese pueblo 700 años aquí había dejado una huella inmensa, en sus construcciones, monumentos y lo que más me encantó, sus danzas. ¡¡Oh si!!, sin duda era de las cosas más maravillosas que había visto. 

Una noche después de salir tarde del trabajo un grupo de compañeros me dijeron de ir a un local a tomar algo. El sitio se llamaba      La Alambra”, era autentico, me quede boquiabierta con aquello, tomamos té y dátiles mientras el ambiente se amenizaba con música mozárabe y aquellas bailarinas tan espectaculares. Yo quería ser una de ellas, moverme así, sentirme admirada por todos.
Me fui a casa esa noche con el run run en la cabeza, no tardaría mucho en buscar escuela de baile, me gusta perseguir mis sueños e iba a por él.

 Preguntando e indagando, como buena periodista, me dieron buenas referencias de una escuela de la ciudad, se llamaba Awalim. Me decidí a apuntarme y a aprender. Me entusiasmaba la idea y en poco tiempo aprendí muchísimo, por mis progresos creo que se notaba, la profe me decía; ¡” oye vasca parece que la sangre musulmana corre por tus venas”!, jajaja, esos comentarios me agradaban y me daba fuerzas para aprender y esforzarme más todavía. Cuando hacía el raqs sharqi, habitualmente conocido como danza árabe, mi mundo, a veces caótico, se detenía y me evadía bailando así. 

El ritmo entraba en mi alma y me transformaba. En las actuaciones cuando la mayoría del público era masculino, me sucedían cosas muy extrañas, me sentía una diosa egipcia, observada y deseada por tantos ojos. A veces pienso que es el sonido del cinturón es el que me hace ponerme así, como activar esa fiera en letargo que tenía dentro,ese movimiento sinuoso y sensual de mi pelvis es mi arma, mientras mi gesto se esconde bajo el velo. 

Miro sus rostros de deseo y excitación, mientras buscan mis ojos cautivos, eso hace que sea una retroalimentación  perfecta con mis ganas de bailar y bailar. Nunca es tarde para aprender cosas nuevas y este nuevo mundo había abierto mi mente en canal. Me había hecho mejor persona, mejor amante y mejor mujer. Disfrutaba de mi cuerpo como nunca y hacía disfrutar como jamás había imaginado.

                                                                                            Marcos CL



jueves, 26 de marzo de 2020

Cuarentena



Sabía de sobra que estaba espiándolo mientras se duchaba, me quedaba en la puerta apoyada ojeando y recorriendo con la mirada cada centímetro de su anatomía. Me gustaba ver como se enjabonaba y la espuma se quedaba por cada rincón de su cuerpo. Permanecía quieta intentando aguantar las ganas para no entrar en la ducha con él, me estaba excitando mucho.

 Solamente llevaba una camiseta de tiras y tanga, me daba igual meterme y mojarme más todavía, mojarme por completo. Así lo hice, entré y me pegué a su espalda con fuerza, necesitaba sentirlo muy cerca, sentirlo muy mío.
Apenas se inmutó dejándome actuar. Pasaba las palmas de mis manos hacia arriba por su espalda con presión y mis uñas hacia abajo, acabando en aquel culo tan prieto que me volvía loca. Notaba como poco a poco se iba poniendo en el mismo tono que yo.

 Deslicé mi mano derecha por su cintura hacia delante buscando su pecho, me gustaba manosearlo así. Levantó sus brazos y los apoyó sobre los azulejos, estaba a mi merced, lo tenía todo para mí. La mano izquierda acariciaba sus glúteos mientras que la derecha tentaba e intentaba encontrar el tesoro, ese prominente miembro que tenía tan presto para mi gozo. Lo sujeté con fuerza y le ordené que se girara. Mi boca estaba con hambre de todo aquello, me puse de rodillas y mirando su rostro de excitación desde abajo, comencé a devorarlo con muchas ganas.

 Sus jadeos se fueron incrementando mientras apretaba los dientes como una bestia, apenas le daba tregua y mi boca lo llevaba al límite del placer. Sujetándome con fuerza del pelo me obligaba a hacerlo más y más profundo, hasta llegar a la arcada. Me ponía demasiado verlo tan excitado por todo aquello que le hacía. En poco tiempo conseguiría mi recompensa, me encantaba aliviarle toda aquella tensión. Todavía recuerdo su sabor como si hubiera sido ahora mismo. Esto fue antes de la cuarentena y las ganas por verlo de nuevo se me siguen acumulando.

                                                                                   Marcos CL

viernes, 20 de marzo de 2020

Fugaz



Estaba enganchada a aquellos encuentros fugaces. Quedábamos, nos follábamos y volvíamos a nuestras vidas aburridas. Aquello era una bendita droga, adictiva y tan intensa que ya la tenía metida en las venas.

 Era verse y saltar la chista al instante, como arrimar la llama a la mecha y al segundo una explosión de morbo y placer que me dejaba sin aliento y el asiento del coche para una limpieza a fondo. Todavía se nota el cerquillo en el tapizado negro de la primera vez que nos vimos así en la clandestinidad.
  
Era igual que agitar una lata de Coca-Cola con fuerza durante un buen rato y pretender abrirla sin salpicarte, gran error! Sin duda la nuestra estaba más que agitada y esa presión debía salir por algún lado.
  
En menos de una hora, por medio de la semana, buscábamos el hueco preciso en nuestras apretadas agendas vitales, para entrar en ese mundo de tinieblas llamado deseo prohibido.

                                                                                                  Marcos CL

jueves, 19 de marzo de 2020

Demostración




Me había citado con él en su casa, para enseñarle el nuevo modelo de Thermomix, la verdad que ese mes ya tenía la cuota cubierta, pero sí conseguía esa venta sería un nuevo récord personal. Ya eran las 11 de la mañana de aquel jueves de marzo que apuntaba soleado. Me había mandado la ubicación por whats-app, no tenía pérdida. Era una casa en las afueras de la ciudad a unos 15 minutos de camino.

 Puntual llegué a la cita, me bajé del coche con mis bultos y me dirigí a la entrada. No me dio ni tiempo a timbrar, salió a la puerta a recibirme y me dijo con aquella voz, ¡¡“espera que te ayudo”!!, me cogió la caja grande que llevaba y me sentí aliviada de peso, pero nerviosa por el momento, desprendía una energía tan varonil, que me imponía bastante. Yo muy profesional lo seguí hacia la cocina. 

Era muy luminosa y con una gran isla central como encimera. Mucho espacio para trabajar y cocinar, me gustaba. De fondo una música étnica que jamás había escuchado, le pregunté, ¿“que música era…?”, me respondió “es un cantante de Mali se llama Ali Farka Touré, me gusta mucho el blues africano, la canción se titula “Ai du”, por sí la quieres poner en tu lista de favoritas, jaja!!” me sonrió con cara de niño travieso y eso desde luego no me ayudó a calmarme. 

Bueno, debía hacer una buena demostración de mi “joya” como yo le llamaba. Me tenía los ingredientes preparados para hacer algo sencillo, una crema de verduras, simple y que no me llevaría a error, ¡¡joder parecía novata en esto!!, que tenía este tío que me hacía tambalear toda esa firmeza mía?

Era elegante en sus formas, llevaba una camisa blanca remangada y suelta, unos pantalones negros bien ajustados, en su punto vamos. Me sorprendió que anduviera descalzo por casa como si nada. Mientras preparaba las cosas íbamos hablando y me contó que era sanitario y había estado en misiones por África, eso le había cambiado la percepción del mundo, se había vuelto más simple, más bohemio, esa vida le había enseñado a vivir sin reloj. Me hizo gracia esa expresión. Sin duda le rodeaba un halo de misterio que me ponía muy felina.

No se sí mi atuendo era el adecuado para aquello, pero bueno. Yo llevaba una falda corta ajustada, la camiseta blanca que me había dado la empresa para “lucir” logotipo y botas color camel. Aquella mañana estrenaba ropa interior y de Woman Secret, además,  es que me encanta comprar ahí. Era de encaje blanca, pero creo que se marcaba bastante el tanga al reclinarme sobre la encimera, lo suficiente como para que la mirada de aquel moreno se clavara en mi culo cada poco tiempo.

Me pareció desde que había llegado, que quería jugar a las miradas y yo era buena en eso, sí tú me miras así yo te miraré así. La crema de verduras se fue haciendo sola, desde luego la cita comercial/culinaria había quedado en un segundo plano. Nos mirábamos a los ojos con una confianza que no era normal, lo acababa de conocer hacía una hora!!, pero daba confianza, daba buen rollo y me ponía muchísimo.

Con todo dolor de mi corazón debía concluir aquella “cita” tan original, mi calentón y yo nos fuimos pitando de allí, hacia otra cita menos interesante, me tocaba con Ángela, mi dentista,  y es que odio ir al dentista. Ahora con este estado de Alarma y cuarentena, ¡¡pienso en todo aquello y pufff!!, me subo por las paredes. Tengo su contacto, pero no se sí escribirle, aunque creo que lo voy a hacer, creo que a ambos nos apetece. Daré ese paso.
                                                                                                     
                                                                                                      Marcos CL






miércoles, 18 de marzo de 2020

Mi héroe





Sí tú estás a mi lado ya no tengo miedo.
Has sido y eres una gran coincidencia.
En estos tiempos inciertos me haces mucha falta.
Quiero que seas mi bastón y mi bombona de oxígeno.
Sí estoy perdida en el laberinto me ayudas a salir.
Buscas la parte práctica desde esa mente viva.
No dejes que me hunda, juntos saldremos a flote.
Quiero que estés en mi vida, te quiero junto a mí.
Tú.
                                                                       Marcos CL

Mandarina





En mi bañera, con agua bien caliente y sales de baño de canela y mandarina, con mucha espuma y con muchas ganas de desaparecer del mundo. Intentando juguetear con mis pensamientos para evadirme un rato, para salir de mi mundo por un momento y no pensar en todo aquello, aquello tan surrealista que nos estaba pasando.

A la luz de las velas, con música relax y el sonido de las olas del mar, mi cabeza fue liberándose de toda la carga que venía soportando durante la última semana. Como pasando diapositivas en mi mente fui trayendo imágenes y recuerdos agradables sin cesar, hasta que me llevaron a él. Su sensualidad innata, su calma en cada palabra que me decía, su forma de vivir tan positiva, eso que me hacía falta en aquellos momentos.

 Me decidí a llamarlo. Escuchar su tono de voz y dejarme ir. Me respondió al instante, siempre atento y amable, accedió a hacer lo que le pedí. Simplemente quería tenerlo al otro lado del teléfono, sentir su cercanía y su calor mientras me acariciaba. Cerrando los ojos, mis dedos bajo el agua, fueron recorriendo cada rincón de mi cuerpo deseoso. La espuma sobre mis pechos, tapando mis pezones ya erectos, mientras, emitía pequeños gemidos que llegaban a sus oídos.

 Él me susurraba para que siguiera, quería que llegara al orgasmo y sentir mi explosión, aunque fuera en la distancia, le correspondía, era suyo por completo y así fue. Llegué muy rápido y con una intensidad tan fuerte que cerré las piernas de golpe durante unos minutos, un espasmo de placer apretando mi mano me hizo volver a la realidad desde aquella fantasía tan auténtica que mi cuerpo, todavía tembloroso, había sentido.

Gracias por ser y estar.
                                                                                                    Marcos CL


Irene




Ya estaba cansada de juguetes, ya estaba cansada de máquinas y artilugios fríos con o sin vibración, cosas que ya me hacen sentir poco y casi nada. Volví a mis manos, a mis dedos hábiles, a esos momentos de fantasía teniendo una cita conmigo misma.

 Un encuentro donde no me hace falta la lubricación artificial, todo funciona a las mil maravillas, húmeda, mojada, empapada, en ese orden mortal, en sincronía perfecta con mis caderas, con mi culito haciendo círculos y respiración agónica con jadeos en soledad.

 Acudiré esta noche de nuevo a la cita, como cada noche desde que no se puede salir a la calle, en este periplo de reclusión. Una cuarentena con sabores diferentes. Una copa de vino y dos invitadas, yo y yo misma.       
 Encantada de conocerme.
                                                                                                   Marcos CL

miércoles, 11 de marzo de 2020

HIELO







Me gustaba jugar con aquella piedra de hielo poniendo al filo del abismo a todos sus sentidos. Le tapé los ojos como hacíamos siempre en los juegos y echada sobre la mesa de cristal en el comedor, comenzó aquel recorrido peligroso con tantas curvas perfectas, el matiz del punto exacto y la miscelánea en contraste con calor de cuerpo el tacto gélido de hielo. 

Entre mis dedos con arte, lo fui pasando por los puntos que más caliente le ponían. Su boca, aquella boca deseosa y sedienta, deje unos segundos esperando que se fuera derritiendo para ver como caen las gotas entres sus labios y enfría su lengua. Bajando por el cuello poniendo la carne de gallina a su paso, caminando hacia el sur me encontré con sus dos hermosas cimas para remontar, primero una, llegando a su punto mas elevado y erecto, después pasando hacia la otra, llegando al zenit y provocando un profundo jadeo acompañado de aquel serpenteo de cadera en el sitio que tanto me gustaba. 

Se agarraba fuerte al cabecero de forja para intentar no moverse mientras yo pasaba de sus cumbres a la llanura mas deliciosa. El hielo iba perdiendo volumen y forma, debía continuar hacia la meta sin demora, una pequeña parada entorno al ombligo y recibiendo la señal de calor que emanaba de su pubis.

 A penas una canica de hielo que llega apresurada a sus ingles para acabar de derretirse en su sexo y hacer una pócima perfecta con su esencia y su flujo. Me quedo atónito por ese punto de excitación tan elevado que tiene y entonces me dispongo a paliar mi sed bebiéndola.
                                                                                                  Marcos CL