Me gustaba jugar con aquella piedra de hielo poniendo al
filo del abismo a todos sus sentidos. Le tapé los ojos como hacíamos siempre en
los juegos y echada sobre la mesa de cristal en el comedor, comenzó aquel
recorrido peligroso con tantas curvas perfectas, el matiz del punto exacto y la
miscelánea en contraste con calor de cuerpo el tacto gélido de hielo.
Entre mis
dedos con arte, lo fui pasando por los puntos que más caliente le ponían. Su
boca, aquella boca deseosa y sedienta, deje unos segundos esperando que se
fuera derritiendo para ver como caen las gotas entres sus labios y enfría su lengua.
Bajando por el cuello poniendo la carne de gallina a su paso, caminando hacia
el sur me encontré con sus dos hermosas cimas para remontar, primero una, llegando a
su punto mas elevado y erecto, después pasando hacia la otra, llegando al zenit
y provocando un profundo jadeo acompañado de aquel serpenteo de cadera en el
sitio que tanto me gustaba.
Se agarraba fuerte al cabecero de forja para intentar
no moverse mientras yo pasaba de sus cumbres a la llanura mas deliciosa. El hielo
iba perdiendo volumen y forma, debía continuar hacia la meta sin demora, una
pequeña parada entorno al ombligo y recibiendo la señal de calor que emanaba de
su pubis.
A penas una canica de hielo que llega apresurada a sus ingles para
acabar de derretirse en su sexo y hacer una pócima perfecta con su esencia y su
flujo. Me quedo atónito por ese punto de excitación tan elevado que tiene y entonces
me dispongo a paliar mi sed bebiéndola.
Marcos CL

Se echaban de menos tus relatos, pero por fin puedo "paliar mi sed" ��
ResponderEliminarGracias por tus palabras.
ResponderEliminarVives!!! Hielo y fuego...serpiente, voy subiendo...voy bajando!ALM
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