jueves, 20 de febrero de 2020

Golfos




Definitivamente ya no podía más, tenía que terminar con todo esto. Esta doble vida que llevaba me estaba pasando factura. Buscar mil excusas para propiciar encuentros sexuales, aunque fueran fugaces, era demasiado descabellado para mí, ya todo me daba igual y eso era demasiado peligroso.



Trabajando, haciendo la compra o en las comidas con la familia, era recibir un whats app de él y mi volcán comenzaba a encenderse, buscaba un rincón para mandarle un selfie y que me correspondiera mostrándome como estaba en ese momento acordándose de mí.



 Éramos dos golfos donde el pudor y la vergüenza ya habían pasado a un segundo plano. Jamás había hecho cosas así, en el cine, sobre el capó del coche, en su portal… todo demasiado loco y morboso, un juego adictivo del que me iba a costar salir.



Lo último que me había pedido fuera demasiado fuerte, pretendía que, en mi noche de cena con las chicas, en medio de la velada fuese al baño sigilosa y sacando del bolso mi Satisfayer lo hiciese allí mismo y le mandase el video después corriéndome.

 Él estaría en su casa esperándolo como agua de mayo para tocarse juntos y a la vez, aunque fuera en la distancia. Mi juguetito me hacía que los tuviera muy rápido así que nadie sospecharía nada. Volvería a la mesa con carita de santa Ana y seguiría con la cena habiendo sido ya muy muy traviesa.



Ese tipo de cosas son las que me encantan y me sacan de mis rutinas mas agónicas, un día igual que otro. Al menos me merecía un poco de salsa en mi vida, en aquella vida conformista que había elegido, pero que me estaba cambiando.



                                                                                           Marcos CL


El porche



Después de aquel suculento desayuno ella me invitó a salir a su porche. Hacía sol y la temperatura era muy agradable. Nos sentamos cómodos en las tumbonas y el ritmo de diálogo fue bajando marchas, yo saliera del turno de noche y el sueño se estaba apoderando de mí. Creo que no tardé ni 5 minutos en quedarme dormido, mientras su voz melódica me acompañaba hacia el descanso de la mano. Era una sensación plácida, relajante y de mucho alivio. Dormité durante al menos media hora hasta que mi cerebro en sueños comenzó a hacer de las suyas.

 Reclinado en postura indefensa, mi cuerpo tomó vida solito como hacía casi siempre, se había quedado con el pensamiento y el momento positivo de aquel desayuno y eso hizo que la relajación pasase a la excitación de manera automática. Sin duda ella se percató de la mutación en mis pantalones al instante al estar situada justo frente a mí. De parecer el niño tranquilo que se queda dormido como un ángel, a todo aquello que decía “! aquí estoy yo!”.

 La sorpresa sería mayúscula cuando intentando abrir los ojos de aquel estado tan profundo, los sueños se me mezclaron con la realidad, abriendo un ojo de manera muy vaga, me percaté que ella ya no estaba en su tumbona, sino que se encontraba de rodillas ante mí, a la altura de mis piernas abriendo mis jeans con manos hábiles para no despertarme. Mi cabeza ya no sé en que dimensión estaba, soñando despierto o fantaseando dormido, una miscelánea de pensamientos sórdidos y pecaminosos que se paseaban a sus anchas en aquella escena.

La demostración clara de que sí era una realidad deliciosa, fue cuando noté la suavidad de sus labios y la punta de su lengua recorriendo mi pubis, al tiempo que su melena me hacía pequeñas cosquillas sobre mis muslos ya desnudos. Ni me había dado cuenta de la bajada de pantalones tan sutil que me había hecho. Yo abría y cerraba los ojos dejándolos en blanco por momentos, incrédulo a todo aquello, me parecía casi imposible que me pasase eso y allí mismo.

 Nunca creí que pudiera proporcionarme tanto placer con aquellas manos y esa boca tan hambrienta y sedienta. Una y otra vez me devoraba y ya no tenía aquel semblante inocente, ponía una cara como diciendo “no te muevas y disfruta.” mientras hacía otra entrada hasta el istmo de las fauces.

 El sol bajo de febrero cegaba mis ojos por momentos y simplemente me dejé ir a las órdenes que buen hacer marcaba sobre mi sexo. Cuando acabó conmigo por completo, me dejó indefenso y anulado. Para despedirse, me brindó un largo beso en la boca con una lengua sabor a mí y sin mediar palabra entró en la casa para dejarme solo con el gozo de aquel instante de calma.

                                                                                                 Marcos CL

miércoles, 19 de febrero de 2020

Arándanos





No era un simple capricho ni un antojo pasajero, era mucho más que todo eso. Una conexión muy especial con aquella persona que estaba en los antípodas de mi estilo de vida. Éramos como el día y la noche, pero que bien nos llevábamos ¡Vaya cosa! nunca había sentido algo así, una sensación tan intensa que hasta a mí me daba miedo.

 Su presencia hacía que perdiera el control durante demasiado tiempo y eso no me lo podía permitir. Me callaba con su ternura y naturalidad, no podía ser. Soy posesivo, autónomo y manejo mis 5 sentidos siempre en cada lugar y situación, no lo vi venir. Que apareciese ella en mi vida, para desmoronar todo aquello, no entraba en el guión.

 Me había costado un mundo permanecer así de seguro dentro de mi fortaleza, con mi armadura de hojalata dejando el corazón a cubierto y bajo llave. Aunque quizás ahora ya me había llegado la hora, me tenía que dejar ir por ella, debía cortar todas esas sogas que me ahogaban sin duelo de una vez y vivir de manera más intensa y auténtica, dejar que el amor me infectase hasta la médula. Me lo merecía y ella se lo merecía también.

 Siempre buena, educada y agradable conmigo, persona muy valiosa para mi vida errante y en desamor. Aquella mirada azul y penetrante me calmaba y me aliviaba sin mesura.

 Mientras compartimos fruta variada en plato con arándanos, fresas, naranja y un buen café, nos contamos de todo con la voz de la sinceridad y el lamento al "tempo", también nos contamos mucho más con la mirada. Hay deseos que no se manifiestan con palabras, simplemente se sienten y se confiesan con los ojos.

                                                                                                     Marcos CL


martes, 18 de febrero de 2020

Holístico







Aquella mañana fría de invierno se nos ocurrió jugar a todo aquello. Discreción, ante todo, como debía ser, placer íntimo entre dos personas que tienen una química increíble y se respetan. A la hora acordada, para empezar bien el martes, 9:30 am, la recibí en el portal. Estaba preciosa, de espaldas, con postura tensa tras el cristal de la puerta y aquella carita de ángel a la que le quedaba bien todo.

 Melena rubia y peinada hacia un lado, se le veía medio rostro nada más y un abrigo entero negro, tapando todo lo que debajo había. Grata sorpresa. Le hiciera una sugerencia en cuanto al vestuario, al parecer me había escuchado bien los detalles de la petición.Vestido color vino que me encantaba, se lo había visto puesto un par de veces ya, tapando la pierna, unas medias de red y blonda negras. Había cumplido con creces la comanda. A juego con las medias, aquella lencería que era tan fina con encaje, también negra.

Subimos a casa y ella me esperó sentada al borde de la cama en mi dormitorio, mi regalo de primeras sería desnudarla, luego vendrían otros. El masaje que le había prometido, debía esperar un poco. Primero me gusta desnudarla poco a poco, lentamente, notando como la piel se eriza al paso de mis dedos, después echarla sobre mi lecho y colocarla en postura más cómoda posible, para que disfrute al máximo de todo y de mí.

Ya desnuda me gusta ser fiel a mis promesas, masaje relajante para aliviar tensiones y rebajar nervios a flor de piel. Cálido e intenso, muy sentido, con mucha carga sensual, ambos demandábamos y nos gustaba demasiado eso. A medida que el aceite empapaba aquella piel, la temperatura iba en aumento, el deseo por unirse era enorme y no tardaría en suceder "quiero sentirte" exclamó ella entre gemidos por el hacer de mis dedos.

El ambiente era perfecto, jugando con las sombras de la luz tambaleante que emiten las velas sobre la pared, es como una iluminación viva que se contrasta con el brillo de su piel  muy aceitosa ya. Jugamos con las palabras y las sensaciones todas aquellas horas. Sin duda el sueño hecho realidad. Lo disfrutamos como nunca y lo bueno es que, ese momento ya es nuestro para siempre.
                                                                                                      Marcos CL

lunes, 17 de febrero de 2020

Pomelo











 Poseía verdadera potencia en aquellos brazos. Aunque parecía rudo al trato y también en su manera de ser, cuando lo estás conociendo, esa percepción cambia y te das cuenta que es una coraza que se coloca en el pecho para sobrevivir. Luego, sin embargo, tenía una delicadeza exquisita en su saber y en su manera de emplear el lenguaje.

 Manejaba aquellos dedos a las mil maravillas, como tocando cada una de las notas musicales en mi cuerpo. Marcaba un ritmo perfecto al son de mi respirar, se paraba y escuchaba mi lamento de placer a modo de jadeo. Perverso y travieso sabía en que punto poner la presión necesaria para que tuviera otro y otro más.

Al son de aquella selección de temas, que nos acompañaban de fondo y me encantaban, me susurra diciendo todo aquello, poniéndome la piel de gallina y las ganas, cada vez más acuciantes, de tenerlo muy dentro de mí, " al límite, quiero ponerte al límite!" me decía, y me asomaba al abismo, viendo el precipicio de ese placer tan puro. Me mostraba por momentos sus dedos, con mirada juguetona lo hacía ,sabiendo que, me ruborizaba al verlos impregnados de mi y eso me hacía ponerme más aún y más rabiosa todavía.

 Mis dientes mordían con fuerza su almohada, esa que tantos secretos guardaba con fidelidad sumisa, donde esa mente tan insaciable y perversa, reposaba y planeaba todo aquello que le quedaba por hacerme. Yo con ingenuidad e inocencia párvula, me hacía con el protagonismo de aquella obra teatral donde el autor escribe y yo actúo siguiendo el guión a rajatabla. 

Marcos CL

jueves, 13 de febrero de 2020

Cuidar(te)




Coincidimos por primera vez en aquella curiosa jornada de “Cuidarnos con inteligencia emocional”. Una mañana de sábado cualquiera, en donde podían pasar grandes cosas y sin duda nos hacía mucha falta cuidar nuestras cabezas.

 Estabas sentada en las primeras filas y me fijé en ti nada más entrar. Se me fue la vista hacia aquel destello de belleza en medio del gentío, un flash que hacía poner en alerta todos mis sentidos. Vestida de manera casual y con gestualidad tímida, pareciese que te gustara demasiado pasar completamente desapercibida. Fue una de las cosas que me llamó la atención de forma más extraña.

 Después de empezar el acto, llegaron las emociones evocadas por Verónica y Pedro, los auténticos expertos en inteligencia y emociones, pero para mí, ya estaban en un segundo plano, hacía rato que tú ya eras la protagonista en mi cabeza.

En la hora del descanso para el café, te volví a distinguir entre la muchedumbre y creo que notaste mi mirada clavada en tu nuca, en tu espalda, como si mi disparo de ojos rozase tu hombro. Conseguí con esa energía que te giraras y nos mirásemos fijamente desde el otro lado de la sala. Son de esos instantes que se quedan grabados a fuego en las entrañas y cuando lo vuelves a pensar dices” ¡woooww!”. Ahora ya no te saco de mi cabeza y siendo inteligente creo que debo dar un paso más cuando te vuelva a tener ante mí.
                                                                                                 Marcos CL


miércoles, 12 de febrero de 2020

Escarmiento



                         



Era tan gallito que tenía unas ganas increíbles de dejarlo así, para el arrastre literalmente. Me había puesto muy sexy, todo hay que decirlo, saqué a la palestra todas mis armas de mujer y seducción.

Había negado mil y una vez que no quería nada físico conmigo, que lo nuestro era una relación intelectual. Ya, ya, cobarde y mentiroso. Su matrimonio era un desastre y estaba falto de mimos y afecto, de eso me percaté desde el primer café que tomamos en La Marina.

 Después de ir a picar algo por el centro, mi cabeza ya volaba, yo con dos cervezas ya estaba suelta de mente y de lengua, lo suficiente como para decirle que me apetecía irme de allí y darle un buen escarmiento.

 Me había lastimado durante la semana y este niño merecía un castigo justo. Le susurré que nos fuéramos y que condujera hasta su casa. Estaba a 15 min de la ciudad y al llegar no le di mucho margen.

Me abalancé sobre él y besé esos labios tan apetecibles. Desde esa hora hasta el momento han pasado y le he pedido que me diera muchas cosas, hasta la extenuación, hasta dejarlo fundido.

 Ahora que son las 9 de este sábado gris, dormidito como un bebé se me quedó, pero lo voy a despertar y vamos a "BESAYUNAR”.

                                                                                                Marcos CL

                                                                                

martes, 11 de febrero de 2020

Shock




Me das los buenos días con un beso que me llena la boca. Te miro a los ojos nada más despertarme y pareces un sueño extraño y loco a mi lado. Tu lengua busca la mía con ansia y me dejas en shock.

Tu aroma, tu energía, tu voz grave de la mañana y ese ronroneo entre las sábanas de invierno, una combinación ideal para no querer empezar el martes.

Nuestros cuerpos desnudos danzan de lado a lado para no ir a ninguna parte, hacen lo posible para no salir de la cama, una lucha contra viento y marea para permanecer, porque ahora mismo, es el mejor lugar del universo.

 Entre tus brazos, mordiendo tus labios, me incitas a que preparemos el desayuno en la cocina o allí mismo. Podríamos tomarnos la fruta y el jugo que a ambos nos gusta para abrir boca, para seguir por lo salado y pasando luego al café, con cuerpo, caliente y sabroso que nos da el subidón para continuar. “! Buenos días.!
                                       Marcos CL

lunes, 10 de febrero de 2020

Lucha de gigantes




                                                                                                                                                                                                                
Cuando amas con esta intensidad te crees un gigante, te crees enorme, infinito. Juntos de la mano recorreremos todos esos caminos que queramos y superaremos todos los obstáculos que la vida nos ponga. Juntos de la mano somos uno, somos fuertes, indestructibles.

Damos esos largos paseos por nuestra playa y me dices que me amas, mi mirada te responde de la misma manera, con las mismas palabras. Sellamos ese instante con un beso y nos seguimos enamorando. Juntos de la mano nos confesamos todo aquello que nos pasa y contarlo todo siempre nos calma.

 Esa lucha interna que uno mismo tiene en sus entrañas, ese pulso constante con el ego, eso que hace mella y daño tantas veces que duele a rabiar. Pero yo te tengo a ti para extirpar todo eso tan gris y siempre pones las palabras certeras para llegar al sosiego, como, “tú puedes ser tu peor enemigo, pero también puedes ser tu mejor aliado”.

“¡Ahora no temas!", me cantas al oído mientras tu cabeza se apoya en mi hombro y las olas bañan nuestra piel. "Ya no lo hagas porque yo camino junto a ti y todo saldrá bien, porque yo estoy para ti y tú lo estás para mí".


En perfecta concordancia acabamos el paseo con los pies llenos de arena y el corazón lleno de paz. Otro día, volveremos a nuestra playa nuevamente, pero siendo mejores personas, estando más plenos de vida y amándonos más todavía.

                                                                                                    Marcos CL



martes, 4 de febrero de 2020

Julia






Arrancaba cada mañana con la cartera de clientes metida en la cabeza. Ya era viernes y se subía en sus tacones, perfilaba sus labios de rojo pasión y a comerse el mundo. Con paso firme trabajaba en terrenos a veces pantanosos. Julia tenía una mirada poderosa, penetrante. Su físico generoso y sinuoso le servía también en el campo laboral. Sus dotes de comercial la habían hecho ascender de forma exponencial en ese tenebroso mundo del mercadeo.

Apasionada por su trabajo y por su vida le encantaba perderse de vez en cuando soltándose del todo la melena, dejando paso a la Julia más dominante y perversa. Aparte de esa cartera de clientes, manejaba gran cantidad de contactos en círculos menos aceptados a nivel social. Lugares que frecuentaba de manera clandestina. Para ello tenía que coger un avión y desplazarse a la querida Barcino. Sin duda, su ciudad natal era demasiado pequeña y amurallada, como para pasar desapercibida en esos ambientes, también por discreción y respeto a una familia conservadora que no entendería esa doble vida. Ella viajaba encantada, al menos, cada 10 días.

Con traje de látex, botas negras para paso firme y rojo fuego en sus labios, realizaba con gusto y regusto esas prácticas que duraban horas. Con olor de vela quemada y vicio en el ambiente, el sonido quejoso de voces desconocidas daba musicalidad a aquella mente tan retorcida y deseosa de nuevas sensaciones. Ese sonido de la fusta cortando el aire, hacía que su excitación fuese incontable. Le pedían más contundencia en los castigos que debía proporcionar. Ella ansiosa de jadeos y gritos, se le cansaba el brazo de azotar a esa manada de siervos. Se sentía en la cima de la pirámide siendo la reina por un tiempo, en esta sociedad tan patriarcal, hipócrita y machista, ellos también son dignos de un buen merecido de vez en cuando.

                                                                                                      Marcos CL