Poseía verdadera potencia en aquellos brazos. Aunque
parecía rudo al trato y también en su manera de ser, cuando lo estás conociendo,
esa percepción cambia y te das cuenta que es una coraza que se coloca en el pecho para sobrevivir.
Luego, sin embargo, tenía una delicadeza exquisita en su saber y en su manera
de emplear el lenguaje.
Manejaba aquellos dedos a las mil maravillas,
como tocando cada una de las notas musicales en mi cuerpo. Marcaba un ritmo
perfecto al son de mi respirar, se paraba y escuchaba mi lamento de placer a
modo de jadeo. Perverso y travieso sabía en que punto poner la presión necesaria
para que tuviera otro y otro más.
Al son de aquella selección
de temas, que nos acompañaban de fondo y me encantaban, me susurra diciendo
todo aquello, poniéndome la piel de gallina y las ganas, cada vez más acuciantes, de tenerlo muy dentro de mí, " al límite, quiero ponerte al límite!" me decía, y me asomaba al abismo, viendo el precipicio
de ese placer tan puro. Me mostraba por momentos sus dedos, con mirada juguetona lo hacía ,sabiendo que, me ruborizaba al verlos impregnados de mi y
eso me hacía ponerme más aún y más rabiosa todavía.
Mis dientes mordían con fuerza su almohada,
esa que tantos secretos guardaba con fidelidad sumisa, donde esa mente tan insaciable y perversa, reposaba y planeaba todo aquello que le quedaba por hacerme. Yo con ingenuidad e inocencia párvula, me hacía con el protagonismo de aquella obra teatral donde el autor escribe y yo actúo siguiendo el guión a rajatabla.
Marcos CL

Jugo ácido, hábiles maniobras.Ñammm!!
ResponderEliminarAlm