Tenía a su alcance todas aquellas armas de mujer, le
encantaba tener ese poder, implacable fuerza que ejercía sobre los hombres, sus
pobres lacayos con los que jugar y hacer rabiar.
La Naturaleza
había sido gentil con su anatomía, preciosa carita con mirada pícara, una
melena color castaño suelta sobre su espalda, un busto bien proporcionado,
acompañado por aquellos voluptuosos glúteos a juego.
Le gustaba vestir ceñida y despertar miradas a su paso.
En su trabajo, en el gym, en la calle, llamaba la atención siempre. Cuando
posaba en sus sesiones de fotografía con su amigo Enzo, la cámara la quería y
mimaba, sin duda había mucha fotogenia en su piel y en aquellos tatuajes
tallados caprichosamente.
Aquel puente de
diciembre tenía una presa a su alcance. Le había echado el ojo en una
cervecería famosa en la ciudad y esa noche iba a por él. Volvió a casa después
de entrenar un par de horas, se dio un baño relajante mientras jugueteaba en su mente
con aquel guapo moreno.
Salió de su
bañera, secó a toques su suave y cuidada piel, a continuación, sesión de crema por cada rincón de su
cuerpo y un “acicalado” al detalle. Vestido negro ajustado, lencería negra con encaje a juego,
medias de blonda sujetas con liguero y zapato rojo para marcar territorio. Le
quedaban pocas horas a aquel mosquito para caer en la telaraña de aquella maestra de la seducción y dueña de la sensualidad.
Marcos CL
*Gracias por la imagen @susanita.bm

No hay comentarios:
Publicar un comentario