Él me pidió que le
regalara un “Sí” y a cambio le regalé mi alma al diablo. Cada vez que venía me
desarmaba y me dejaba rota de tanto placer. Yo no podía con tanta fuerza, tanta
sed de mí, tanta hambre por mi carne débil.
Era un ser bestial
e insaciable. Comenzaba con ese juego suave y con ternura para poco a poco ir
incrementando la intensidad y virulencia en sus golpes de locura sexual, hasta
que yo gritaba la palabra de seguridad, !!“Brindis”!!, esa era la fórmula para
que volviera su estado de consciencia dócil y pasara de esa fuerza irracional sobre mis
glúteos a los mimos del niño más dulce y cariñoso.
Me daba su ser por
completo, después se duchaba y volvía a su vida de acción y ambición. Yo me
quedaba en la cama, perpleja y enrojecida. Por todo lo que me dejaba hacer,
sentía un poco de vergüenza, pero me encantaba y lamiendo mis heridas sonreía
con cara de niña buena tras la guerra de amor, ya esperando ansiosa el
siguiente encuentro.
Marcos CL

Todavía no es momento de la palabra de seguridad. Quiero más ... Más de tus relatos. No dejes de escribir
ResponderEliminarAmen
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