Simbiosis
Nos conocimos por los avatares del destino, a mi me encantaba la fotografía y a él escribir. Casualidades en esta vida de locos donde andamos a mil por hora y ni nos paramos a observar a personas que realmente sí valen la pena.
Me había sugerido hacer una colaboración, con permiso de mi fotógrafo Luis Serrano, por supuesto. Yo le había pasado varias imágenes que me habían encantado en alguna sesión de fotos que había hecho. La verdad es que me apetecía hacer cosas nuevas y él tenía un encanto especial en su manera de redactar y contarnos cosas a los lectores, cosas de la vida diaria que cuestan muy poco hacerlas tuyas.
El resultado fue fantástico, con sutileza y elegancia trataba con sus letras cada una de mis fotografías, con manos de plata detallaba con esmero cada rincón de mí. Describía con todo lujo de detalle la forma de mi cuerpo, el color de mi cabello, la forma de mis senos, la curvatura de mis caderas y la forma que tenían mis glúteos, haciéndome la comparativa con una fruta, creo que era melocotón.
Después de todo ese tiempo hablando con él creo que me apetecía mucho conocerlo en persona, tomarnos un café y que me contara la vida con la visión de aquellos ojos achinados tan penetrantes. Me gustaba la idea de conocer su casita de campo y encender el fuego, para confesarnos mientras la leña chispea al arder.
Le había sugerido pasear por el Retiro y ver mil musicales por mi ciudad, pero tocaba esperar por ahora. Se podían hacer tantas cosas de manera natural y mágica que así debe ser el camino, sugerente, sorprendente, apasionante.
A pesar de ser un día triste para mí y de repetirle cien veces la frase “tú sabes más que yo”, aquel saludo sin contar con el, alegraba mi ego. ¡Yo quería aprender de toda esa fantasía que desprendía ese muchacho extraño que un día me dijo “Hola Paty!”.
Marcos CL
GRACIAS por la imagen PS.

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