miércoles, 29 de enero de 2020

Aquella mañana








En buena hora nos tropezamos en el camino, justo cuando estaba a punto de morir por locura, supiste mirar en mi interior y ayudarme a salir de esa droga llamada dolor. Cuando un hombre se enamora de verdad, es una auténtica bomba de hormonas. Todo se ilumina de repente con una luz especial, hay una claridad increíble, aunque fuera esté diluviando como lo hace hoy.

Me resulta curioso que me respondas de la misma forma que yo lo hago, sentimiento al mismo nivel de afecto, cariño y respeto. Me respondes y me correspondes en cada charla que tenemos, mientras, nos vamos conociendo poco a poco, pasito a pasito.

Los avatares del destino, esos que no tienen demasiada explicación, gratas coincidencias como, echarle el ojo y la mano al mismo libro en aquella biblioteca, sin duda, fue un gran acierto. Ese leve forcejeo por la literatura, ese tira y afloja, resultó curioso. Por supuesto te cedí la obra con la condición de que me la constases después dando un largo paseo junto al mar.

Mar y amor, amor y literatura, lectura y calma, tú y yo. Vidas paralelas donde lo importante es lo verdaderamente importante. Caminos inciertos y proyectos que van tomando forma. Tú ayuda, comprensión, tolerancia. Tu educación y respeto por los demás, el amor con el que trabajas y haces todo en la vida, es lo que me enamoró de ti. Me regalas toneladas y toneladas de fuerza para seguir y conseguir todo eso que te cuento, todo eso que sueño. 

Cuando ese sentir es recíproco, todo va sobre raíles y resulta mucho más fácil. De la mano lograremos lo que soñemos. Gracias por regalarme tu sonrisa desde aquella mañana. Gracia por regalarme tu amor cada día desde entonces. Gracias por ser y estar.
                                                                                        
  Marcos CL

1 comentario: