martes, 21 de enero de 2020

Luto






Ya estaba bien de guardar el luto, tres años sin estar con nadie ya eran suficientes. Aunque estaba muy contenta con mis juguetes, el propio Satisfayer no me daba esa carga química que me hacía falta. Era muy efectivo en su labor, pero quería dar un paso más en mi vida solitaria.

Había varios chicos que me rondaban en el hospital, pero ya le tenía el ojo echado a uno en especial. Su reputación estaba en entredicho, pero esa mirada de chico malote me ponía tontorrona. Sus tatuajes de rebelde y esos labios tan carnosos, me hacían remover las hormonas con celeridad.

Dicen las malas lenguas que lo habían visto salir de un despacho en la noche, bastante acalorado y despeinado en una guardia.
 Lo contaban con detalle incluso daban nombre y datos de quien era la otra parte. Sin duda algo tenía ese muchacho para que el éxito lo acompañara.
Coincidimos en la cafetería una vez y la mirada que le eché creo que le llegó al alma y con recadito. Yo también tenía mis armas de mujer, aunque algo oxidadas.

Esos años en esa relación tóxica con Alberto, había borrado mis dotes y perfil de seductora. Recuerdo una vez cuando estábamos empezando, me dijo después de una buena sesión de sexo. “Joder niña, tú no eres consciente, ¡!pero pones una cara de zorrona cuando estás ahí abajo que me vuelve loco!”.

Debía volver a mis feudos y a los pantalones ajustados, sacarles partido a mis cualidades y para ser del todo sincera en este diario, me apetecía una buena follada con aquel moreno tan cabrón. ¡Que se prepare! ¡¡Voy a por él!!
                                                                                                  Marcos CL

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