jueves, 23 de enero de 2020

Desarmada








El plan era preparar la comida entre los dos, pero la cosa se nos fue de las manos. Digamos que las ganas le ganaron el pulso al hambre, dándole una buena paliza. Habíamos desayunado temprano antes de ir a trabajar y el café de media mañana ya lo habíamos más que digerido y gastado, una jornada intensa en urgencias.

 A las 3 fuimos hacia su casa como habíamos quedado, todo pasó demasiado rápido, cuando me quise dar cuenta estaba desnuda en su salón. Yo, inocente pero curiosa me vi apoyada contra aquella fría pared blanca para dejarme hacer.
  
 Descalza y muy húmeda me quedé de pie sobre la tarima de madera intentando aguantar el equilibrio, difícilmente lo conseguía, ya que, las embestidas de su lengua dentro de mí, aumentaban en intensidad y profundidad a pasos agigantados. Muy excitada y loca de placer jadeaba y cerraba los ojos con fuerza dejándolo venir.

 La secuencia de orgasmo tras orgasmo me dejó las piernas temblando y medio afónica por mis alaridos, le dije que ya no podía más, él con la boca y a barba llena de mi jugo me decía con la mirada que quería el último clímax dedicado, al tiempo que apretaba mi culo y volvía a penetrarme con aquella boca feroz.

Sucumbí una vez más y me dejé caer desplomada sobre sus brazos. Era injusto ese desarme que hacia sobre mi ser y al mismo tiempo, era un gozo cada vez que estábamos juntos.

                                                                                                      Marcos CL


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