Me consideraba
toda una señora en mi casa y en mi trabajo. La comunidad y el círculo que me
rodeaba no eran para nada conocedores de mi lado más oscuro y perverso. La
naturaleza y la vida me habían hecho así, adoptaba esas dos caras de forma
innata y me adaptaba a la perfección a cada uno de los papeles que la sociedad
me marcaba. Buena profesional, buena esposa, buena madre, buena nuera. Toda una
interpretación magistral que bordaba a las mil maravillas.
Mi otra yo, metía
en la maleta todo el arsenal de indumentaria y artilugios, para mutar de piel,
Aprovechando los congresos de medicina a los que acudía muy a menudo, tenía a
mi disposición un margen de tiempo para hacer lo que más deseaba, salir de esa
faceta de mujer modélica y convertirme por unas horas en algo menos respetable
a la cara de la gente.
Hacía lo posible
por elegir congresos con buenos horarios, que me dieran el margen de tiempo
suficiente para poder disfrutar sin mirar el reloj. En cada ciudad de Europa
tenía mis clubes y mazmorras grabadas en la cabeza para no dejar rastro alguno.
Paris, Ámsterdam, Berlín y mi joya de la corona, Budapest, esa ciudad mágica
bañada por el Danubio que escondía auténticas posadas del placer más puro.
Me metía en mi
mundo de fantasía, me dejaba hacer y hacía lo que me daba la gana, con la
máxima discreción y respeto siempre, con la cara tapada y el alma libre, la
mente volaba de manera increíble en ese tipo de lugares. A veces con otras
mujeres, a veces con varios hombres, otras veces sola mirando y espiando los
encuentros sexuales de los demás.
Ahora regresando a
casa en avión le doy vueltas de lo que han sido estas últimas 48h y muchas
veces ni me lo creo. Pienso en cuanta gente habrá como yo, con su lado oscuro,
con ese lado anarquista que para nada se corresponde con lo que realmente ves.
Marcos
CL

Realidades !!!!
ResponderEliminarAlm