domingo, 19 de abril de 2020

Calígula



Mi cabeza no paraba de darle vueltas a la misma idea, una y otra vez volvía a pasar esas diapositivas mentales, como una secuencia maldita que se repite de forma insidiosa. Siguiente presa, siguiente víctima en mi telaraña, siguiente muñeco en mi teatro de guiñoles. La gente pide la verdad, pero la verdad absoluta cuesta mucho leerla y mucho más digerirla.

Yo no hablaba así, con la verdad encima de la mesa, me manejo bien en la oratoria, hago buen uso de la ironía, de los dobles sentidos, del sarcasmo. El castellano es una lengua con una riqueza infinita si la utilizas bien. La conquista y la seducción se basan en decir lo que los oídos quieren oír, en escribir lo que los ojos quieren leer, es simplemente un juego psicológico en donde las personas listas salen ganando.

Me encanta conseguir que vivan cosas inéditas. Abriendo puertas hasta el momento inalcanzables para ellas, hacerles sentir cosas que ni siquiera imaginaban. Me atraen mucho las mentes complejas, poco manipulables, ese tipo de personas que pisan fuerte en la vida, que caminan con garbo, como comiéndose el mundo a su paso. Me gusta mucho eso, ver la caída desde sus tronos de papel hacia mi perversión, es un estruendo que suena tan fuerte que excita.

 Ese sabor de la victoria y ese orgasmo mental es supremo una vez acaba la partida. Me encanta regocijarme en esa escena caligulesca, verlas poseídas y después rendidas a mis pies, besando mis botas de tacón, lamiendo su punta y pidiendo clemencia, aunque queriendo más de lo mismo, pero con más intensidad.
                                                                                                 Marcos CL

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