Mi cabeza no
paraba de darle vueltas a la misma idea, una y otra vez volvía a pasar esas
diapositivas mentales, como una secuencia maldita que se repite de forma insidiosa.
Siguiente presa, siguiente víctima en mi telaraña, siguiente muñeco en mi
teatro de guiñoles. La gente pide la verdad, pero la verdad absoluta cuesta
mucho leerla y mucho más digerirla.
Yo no
hablaba así, con la verdad encima de la mesa, me manejo bien en la oratoria, hago
buen uso de la ironía, de los dobles sentidos, del sarcasmo. El castellano es
una lengua con una riqueza infinita si la utilizas bien. La conquista y la seducción
se basan en decir lo que los oídos quieren oír, en escribir lo que los ojos
quieren leer, es simplemente un juego psicológico en donde las personas listas salen
ganando.
Me encanta conseguir
que vivan cosas inéditas. Abriendo puertas hasta el momento inalcanzables para
ellas, hacerles sentir cosas que ni siquiera imaginaban. Me atraen mucho las
mentes complejas, poco manipulables, ese tipo de personas que pisan fuerte en
la vida, que caminan con garbo, como comiéndose el mundo a su paso. Me gusta mucho
eso, ver la caída desde sus tronos de papel hacia mi perversión, es un
estruendo que suena tan fuerte que excita.
Ese sabor de la victoria y ese orgasmo mental es
supremo una vez acaba la partida. Me encanta regocijarme en esa escena caligulesca,
verlas poseídas y después rendidas a mis pies, besando mis botas de tacón,
lamiendo su punta y pidiendo clemencia, aunque queriendo más de lo mismo, pero
con más intensidad.
Marcos CL
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