lunes, 27 de abril de 2020

Esencia




Aquel día de semana, allí mismo en aquel descampado junto a las vías del tren, los tres unidos: ella, yo y todo aquel morbo que se había dado sin querer. La danza comenzó sobre el capo de mi coche, comiéndonos cómo animales, cómo lobos hambrientos de toda aquella carne.



 Besos enfurecidos y caricias pegajosas de calor. Era inevitable no seguir por siempre, seguir así mientras las fuerzas nos dejaran. Nuestros ropajes tirados por fuera y nuestras ganas bien adentro. A horcajadas sobre mí, ese vaivén de lujuria acabaría en uno y otro clímax. Me mojaba con su excitación y ese olor a sexo hacía que nos volviéramos mas locos todavía.



Simplemente nos dejamos ir por el ritmo de nuestras caderas en aquel baile sin mascaras en la oscuridad del jueves. Delicias a golpe de verano. Todo tan sentido y y tan extraño que asusta. Relación sin demasiadas preguntas, pero con muchas respuestas en las miradas.

                                                                                           Marcos CL

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