jueves, 23 de abril de 2020

Felicidades



Me quedaba mirando para ella mientras se secaba al salir de la ducha. Ponía su tanguita y como nueva. Radiante, llena de brío y energía, era feliz. Canturreaba frente al espejo y yo me recreaba con aquella imagen perfecta desde la cama. Después de una tarde juntos llena de pasión y sexo, ¿cómo podía ser que todavía sintiera ese deseo tan ferviente por aquella mujer?

 Habíamos quedado a las 3 de ese día para darle el regalo de cumpleaños, eran las 9 de la noche y aún seguíamos así. Tenía que dejarla escapar, tenía que dejar que volviera a su vida, a sus obligaciones, pero antes un último beso por favor, quería sentir mis labios una vez más en aquella espalda tan sugerente. Salté de la cama y fui hacia el baño de la habitación, apoyándome en el quicio de la puerta, mis ojos hacían un scanner de pies a cabeza alimentando las ganas. Me mordía el labio pensando y calculando si me quedarían fuerzas para estar dentro de ella una vez más en esa sesión interminable de lascivia.

 Mi cuerpo no tardó en reaccionar, como una bestia di un paso al frente para dirigir mis manos a aquel suculento culo y mi boca con hambre a su hombro derecho, mientras apretaba aquella nalga que me excitaba tanto, mi boca se fue cerrando para clavar mis dientes en su piel, me gustaba tenerla acorralada entre mi dureza y la piedra del lavabo, una encerrona sin salida donde los dos éramos las víctimas. Se fue apretando más y más en mí para sentirme al completo.

Ya no había vuelta atrás, se inclinó hacia delante agarrándose con fuera al grifo y contoneándose me dio la orden para que entrara en ella como una fiera, ni lo dudé y no nos hicieron falta ni las manos, sincronismo perfecto, acople ideal. Una vez más en aquella tarde volcánica nuestros cuerpos eran uno solo, nuestras mentes enajenadas de amor perdieron el norte y el reloj se paró de nuevo.
                                                                                                     Marcos CL



2 comentarios: