Paseando por los bosques de Ourense me sucedió algo
que jamás hubiese imaginado. Caminaba por una robleda y escuchando un arroyo a
lo lejos, fui hacia el sonido del agua que se dejaba escuchar entre frondosas
ramas. Ese sonido de riachuelo que corre cauteloso se mezclaba con un tarareo
en tono dulce y suave, entonces, he ahí la sorpresa!!, una musa se bañaba en
aquel lugar de cuento, era como un hada del bosque encantado.
Ella
canturreaba inocente con cabello recogido y dejándose acariciar por aquellas
aguas que pasaban suave por su piel, como regocijándose de tal belleza. Aquella
hada del bosque estaba sola allí, ajena al mundo de miedos que la rodearon
antaño, se iluminaba con mirada alegre disfrutando de aquel hermoso paraíso que
la Naturaleza le había regalado en el día de su nacimiento.
Su desnudez era
perfecta y su gesto era como de fantasía. Ciertamente aquel lugar mágico y ella
misma desprendían una sinceridad vital y una sencillez difícil de encontrar. Era
simplemente el contacto con la Madre Tierra y sus elementos: piel, agua y
transparencia en los sentimientos más íntimos que una persona puede poseer.
Encontrándose consigo misma disfrutaba del día de su
cumpleaños haciendo una cura de vida, una purga de alma. Sin duda era una cita
necesaria con su ego más personal. Después de aquello seguí caminando sin
molestar y sin estropear esa maravillosa postal de cuento. Gracias por regalarme esta imagen, gracias por
regalarme este momento.
Muchas felicidades a mi hada del bosque.
Marcos CL
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